1 de abril del 2019
Los alimentos funcionales pueden definirse como una nueva gama de alimentos procesados que, incluidos en las dietas alimentarias del ser humano, favorecen el bienestar físico y mental de las personas.
Las características que debe tener un alimento para ser calificado de funcional son:
Algunos de los ingredientes que entran a formar parte de los alimentos funcionales son: probióticos, prebióticos, fibra dietética, azúcares alcohol (sorbitol, lactitol y manitol), ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga, nucleótidos, vitaminas (b-caroteno, vitamina E, vitamina C, vitamina D, ácido fólico...), minerales (calcio, hierro, magnesio, selenio...), fitoestrógenos...
Dentro de los alimentos funcionales cabe destacar el grupo de ingredientes prebióticos y de ingredientes probióticos.
En primer lugar es importante diferenciar estos dos términos porque, aunque ambos son capaces de modificar la flora intestinal y producir un efecto beneficioso sobre el sistema inmune, són dos ingredientes funcionales distintos.
Son sustancias no digeribles en la dieta que pueden ser fermentadas por la microflora intestinal, teniendo un efecto positivo sobre el crecimiento o actividad de un número limitado de bacterias (lactobacilos y bifidobacterias) en el colon y de este modo mejorar la salud del huésped.
Los ingredientes que cumplen con estos requisitos son los oligosacáridos, aunque no todos los oligosacáridos no digeribles son prebióticos. Los oligosacáridos son componentes habituales de muchos productos naturales (frutas, verduras...) y también están presentes en la leche materna.
Los oligosacáridos que cumplen todos los requisitos para ser considerados prebióticos son los Galacto-oligosacáridos (GOS) y los Fructo-oligosacáridos (FOS). GOS y FOS impulsan el desarrollo de un amplio espectro de Bifidobacterias y Lactobacillus.
Los principales efectos beneficiosos ocasionados por los oligosacáridos son:
Los encontramos en alcachofas, legumbres, patata, ajo, cebolla, puerro, trigo, avena, cebada, plátanos, bananas, etc.
Los probióticos son microorganismos vivos que al ser ingeridos producen efectos beneficiosos (distintos a su valor normal nutricional) en la persona que los consume. Los probióticos más comunes son los lactobacilos y las bifidobacterias.
Los probióticos no son patógenos, ni tóxicos, son viables después de su almacenamiento y sobreviven a los jugos del estómago y del intestino delgado. Es fundamental que estas bacterias permanezcan vivas y alcancen el intestino grueso para poder expresar su efecto positivo sobre la salud. La adherencia de los probióticos al epitelio intestinal, es importante para modificar la respuesta inmune del huésped, porque impide que otras bacterias (E. coli enteropatógena y enterotoxigénica, Salmonella, Yersinia...) se unan al epitelio. Los probióticos no colonizan de forma permanente al huésped y por ello deben ser ingeridos regularmente.
Diversos estudios han asociado el consumo de probióticos con: