20 de enero del 2020
La meningitis es la inflamación de las membranas (meninges) que recubren el sistema nervioso central (situado detrás del cráneo y la columna vertebral).
Hay dos tipos de meningitis: meningitis de origen viral, que es relativamente frecuente y benigna; y la meningitis de origen bacteriano, que es rara y potencialmente mortal.
El 85 % de las manifestaciones de la meningitis son virales. El virus de la parotiditis (también conocido por el nombre común de paperas), es la causa del 10 % de la meningitis viral en las regiones donde no hay vacuna. La meningitis bacteriana, por otro lado, causa cerca de 170.000 muertes al año en todo el mundo, de acuerdo con datos de la OMS. Pero, ¿qué síntomas y signos deben alertar? y ¿qué tratamiento terapéutico se contempla según los agentes infecciosos responsables?
La inflamación puede tener por origen un virus, por lo general es estacional y benigno; o una bacteria, que es menos frecuente, pero potencialmente más grave ya que puede estar asociada con signos neurológicos idénticos a las encefalitis y entonces se designa bajo el término de meningoencefalitis. En algunos casos involucra a un parásito.
Los síntomas que se producen durante una meningitis bacteriana o viral son fiebre, dolor de cabeza violento, rigidez en el cuello, vómitos, limitación del movimiento de los miembros inferiores (signo de Kernig) o la respuesta rígida de la nuca cuando se intenta su flexión (signo de Brudzinski).
Cómo se contagia la meningitis
Los factores de riesgo son niños entre los 2 y 12 años que no han sido vacunados, la convivencia (por ejemplo, la guardería infantil, los comedores escolares o espacios cerrados) favorecen la transmisión de agentes infecciosos a través de las vías respiratorias y el debilitamiento del sistema inmunológico.
La meningitis viral, como se ha mencionado, es más común y benigna. Se debe a varios virus como: enterovirus, adenovirus y la mononucleosis infecciosa, paperas, sarampión, rubeola y varicela, entre otros. El tratamiento es esencialmente sintomático con base en analgésicos.
La meningitis causada por la bacteria meningocócica se debe a la presencia de un germen en la garganta que se transmite por inhalación a través de la nariz y garganta, de las gotitas respiratorias propagadas por el aire de una persona infectada. La contaminación requiere un contacto cercano con el portador del germen. Hay varios tipos de meningococos: B y C en la mayoría de los casos, el A y W135 son más raros. La meningitis meningocócica es una patología grave que necesita un tratamiento de urgencia.
Vinculada a la propagación de la bacteria Streptococcus pneumoniae (también llamada neumococo), se contrae de la misma manera que el meningococo, a la que también se añade el contagio a través de los objetos infectados por secreciones respiratorias. La meningitis neumocócica es más común en invierno y primavera, y afecta sobre todo a niños y ancianos. La inmunidad se adquiere generalmente a partir de la edad de 5 años. De manera similar, un traumatismo craneal o una operación de otorrinolaringología se pueden considerar como factores de riesgo adicionales a la transmisión de esta infección.
Muchas bacterias están implicadas en la formación de la patología de la meningitis bacteriana. El 10 % está representado por bacterias como Haemophilus influenzae (en los niños), Mycobacterium tuberculosis, Streptococcus del grupo B, Escherichia coli, Listeria monocytogenes (en niños) y Staphylococcus aureus (incluyendo la infección contraída en un medio hospitalario después de un acto quirúrgico).
Púrpura necrótica o púrpura fulminante (lesión hemorrágica cutánea manifestada por manchas sobre la piel de pigmentación púrpura o violácea), fiebre, problemas respiratorios, fotofobia (molestia excesiva o la hipersensibilidad a la luz), malestar general, manos y pies fríos, choque séptico, confusión, agitación, convulsiones y síndrome de encefalitis (que surge de los problemas de sensibilización) se encuentran entre las manifestaciones patológicas que deben alertar.
Una punción lumbar puede confirmar el diagnóstico. El análisis de esta muestra (aspecto, número y tipo de células, bioquímica, examen bacteriológico directo y cultivo) influye en la elección del tratamiento. Un escáner puede llevarse a cabo para determinar la presencia de signos neurológicos focales que sugieren otros diagnósticos o complicaciones posiblemente intracraneales. La meningitis bacteriana requiere tratamiento con antibióticos, cuya elección se orienta de acuerdo con los resultados del examen directo del líquido cefalorraquídeo o por algunos signos más graves.
Ningún tratamiento o un tratamiento tardío de la meningitis bacteriana puede provocar complicaciones muy graves como septicemia, sordera bilateral, coma, pérdida de memoria, recidiva de meningitis, parálisis de los nervios craneales, trastornos de conducta, retraso mental, epilepsia y, en casos extremos, la muerte.
La vacunación es posible para prevenir ciertos tipos de meningitis meningocócica: A, C, W135 y B14. También puede prevenirse el tipo de meningitis neumocócica y Haemophilus influenzae de manera parcial en los niños con dos inyecciones antes de los 18 meses de edad.