16 de marzo del 2020
La caída del cabello puede obedecer a motivos diversos, pero ¿sabías que la caspa puede ser uno de ellos? Caspa y alopecia van estrechamente unidos. Vamos a tratar de exponer las razones y ver cómo frenar las causas de la pérdida de pelo.
La caspa es una afección capilar que se manifiesta en una abundante descamación del cuero cabelludo. Estas escamas blanquecinas se van acumulando, formando pequeños focos por toda la superficie de la cabeza, resultando bastante antiestéticos y causando molestos picores.
Puede afectar por igual tanto a hombres como a mujeres en algún momento puntual de su vida o padecerse de forma crónica. Las investigaciones realizadas dan como resultado que su origen hay que buscarlo en la proliferación excesiva de un hongo, el Pityrosporium ovale, que es un microorganismo presente en el cuero cabelludo sano.
La capa córnea de la epidermis, la más externa, está en constante proceso de renovación. Las células que nacen en la capa más profunda de la epidermis van avanzando gradualmente hacia la capa córnea, donde se queratinizan y se fusionan entre ellas, formando hasta 35 capas celulares, de las cuales, las más externas se van eliminando natural e imperceptiblemente.
Sin embargo, en las personas que padecen la presencia de caspa, la capa córnea está alterada, impidiendo que las células maduras desaparezcan y causando esas acumulaciones de escamas en el cuero cabelludo que constituyen la caspa.
Ahora bien, en la proliferación del hongo causante de la caspa pueden haber influido factores muy diversos, entre los que pueden enumerarse patologías como la dermatitis seborreica, el parkinson, la psoriasis o, incluso, el VIH; también desencadenantes de tipo psicológico, como la ansiedad, el estrés o las situaciones de angustia emocional.
Otras veces, el origen es hormonal, como lo prueba el hecho de que la caspa se produzca más intensamente con anterioridad a los 30 años, tanto en hombres como en mujeres, reduciéndose de forma progresiva en la edad adulta.
También pueden influir factores externos, como los componentes químicos nocivos presentes en algunos cosméticos o productos para el cabello. El lavado diario no tiene por qué ser perjudicial, al contrario, pero sí lo es el uso de un champú con dosis elevadas de detergentes. Igualmente desaconsejable es el abuso de lacas o tintes capilares.
Del mismo modo, pueden contribuir a la aparición de la caspa razones de tipo ambiental, como los climas con humedad elevada. Respecto a la contaminación atmosférica, sin ser causa directa de este trastorno, sí contribuye a debilitar la piel y no deja de ser una agresión química que puede favorecer el desequilibrio del cuero cabelludo.
Está ya comúnmente aceptado que, quien desee tener un pelo sano, debe cuidar muy bien su cuero cabelludo. Para lograr un pelo sano, hay que extremar el cuidado de su soporte natural, es decir, el cuero cabelludo. La mala salud del cuero cabelludo siempre va a producir un cabello debilitado.
Por lo tanto, el primer consejo para combatir la alopecia es mantener el cuero cabelludo en buena forma, sano y cuidado. Esto se consigue, en primer lugar, con una adecuada limpieza. El lavado frecuente del cabello es imprescindible para mantenerlo saludable y evitar su caída. Pero, eso sí, con productos adecuados, no agresivos. Hay que procurar elegir siempre un champú con un porcentaje reducido de componentes químicos.
Aunque la presencia de caspa o la descamación del cuero cabelludo no tiene por qué ir automáticamente asociada a la pérdida de pelo, sí que produce un picor que induce a un rascado excesivo. Y esta acción, como decíamos, puede terminar acarreando la debilitación y pérdida del cabello.
Por eso, en caso de aparición de caspa, es esencial iniciar sin demora el tratamiento para combatirla y resistir en lo posible el picor para evitar la rotura capilar.
Y, finalmente, cuidar la alimentación aumentando la ingesta de vitamina B y evitando el exceso de grasas e hidratos de carbono. Porque, aunque la alimentación no sea causa directa de la aparición de esta alteración capilar, sí existe evidencia de su influencia indirecta, tanto en la permanencia del trastorno como en su intensidad.
Existe evidencia científica de que, cuando el cuero cabelludo está irritado debido a la presencia de caspa, la producción de pelo se ve afectada negativamente, incluso sin producirse el rascado. Con la irritación, y mucho más si se produce rascado, la superficie de la cutícula resulta dañada, ofreciendo mucha menor protección a la fibra capilar y afectando a su crecimiento. Estas fibras capilares desprotegidas acaban por sufrir la rotura y, a medio y largo plazo, podría desembocar en la pérdida total.