30 de octubre del 2019
En algún momento todos nos hemos sentido tristes, abatidos y sin ganas de realizar alguna actividad. Esto es normal por cambios físicos y psicológicos de nuestro cuerpo en un corto periodo, sin embargo, si los síntomas persisten se podría estar frente a un trastorno depresivo
Es una enfermedad que se caracteriza por un sentimiento de profunda tristeza, decaimiento anímico, pérdida de interés por todo e imposibilidad de experimentar placer o capacidad de disfrutar de cualquier experiencia. Se prolonga por un extenso periodo de tiempo, afectando el orden de la vida cotidiana y relaciones sociales. Tanto es así que es la segunda enfermedad mental más incapacitante en cuanto al grado de discapacidad y el gasto social que origina.
Su origen no depende de la debilidad, fragilidad o carácter de una persona, es una enfermedad equiparable a otra patología crónica como la diabetes, aunque factores como el estrés y ansiedad constante pueden influir en su aparición. Como consecuencia de padecerla se encuentra que quienes la sufren tienen un 8% de mayor riesgo de muerte por suicidio.
La depresión es probablemente una de las enfermedades que ha estado presente en todas las épocas y que no hace distinción de edad, género, estilo de vida ni situación socioeconómica.
Existen varios factores que pueden influir en su desarrollo, unos de manera más directa que otros:
Entre los principales síntomas que se pueden manifestar se encuentran:
Al presentarse los síntomas, es indispensable el apoyo de familiares y amigos cercanos para detectarlo y buscar ayuda lo más pronto posible.
De acuerdo a estudios, la depresión afecta al doble de mujeres que a hombres. Según la asociación Mujeres para la Salud, esto va más allá de los factores hormonales de la mujer. Muchas veces se debe a la falta de equidad en la distribución del trabajo productivo, reproductivo, tiempo de ocio y descanso, además al ser en general la mujer la principal cuidadora del hogar, esto le produciría una sobrecarga física y emocional que con el tiempo tendría efectos negativos.
Las depresiones exógenas —aquellas que tienen su causa en el exterior, en las circunstancias— afectan de modo muy desigual a uno y otro sexo: el 30% afecta a los hombres y el 70% a las mujeres. Este gran porcentaje de depresiones femeninas sin causas biológicas que lo expliquen, tiene por tanto su origen en la condición de un entorno que afecta específicamente a las mujeres. Y esta realidad nos lleva a la única respuesta plausible: que la socialización de género es la responsable que determina las relaciones de poder/sumisión entre ambos sexos, y sus consecuencias negativas en la salud mental de las mujeres.
Hay cuatro etapas concretas en la vida de la mujer en la que diversas causas pueden desarrollar esta enfermedad:
En cualquiera de estas etapas lo importante será acudir a un especialista para hablar y pedir consejo de cómo manejar la situación y no crear un caos interno que conlleve a la depresión.
La ansiedad en el embarazo podría ser un indicador de depresión postparto, ya que el embarazo es un periodo donde surgen diferentes modificaciones metabólicas, hormonales e inmunológicas desde el inicio de la gestación. Igualmente, psicológicamente durante el embarazo la mujer experimenta cambios que, si no son manejados de manera correcta, pueden ir en contra.
Uno de los factores psicológicos más relevantes es la presencia de neuroticismo o inestabilidad emocional, debido a que algunas mujeres muestran preocupación excesiva primeramente por el feto y luego respecto a la atención médica.
Los investigadores recomiendan la atención integral para las mujeres embarazadas ya que se debe evaluar e intervenir en todos los aspectos psicológicos, especialmente emocionales, con el objetivo de minimizar el riesgo de desarrollo de trastornos emocionales.
Tener padres o abuelos que hayan padecido depresión aumenta la probabilidad de que los hijos o nietos la sufran. Sin embargo, identificar los síntomas a edades tempranas hace que se puedan realizar tratamientos precoces y evitar que pase a mayores.
No detectar trastornos depresivos a tiempo no sólo puede tener consecuencias en su salud, sino también económicas por los costes directos sanitarios y no sanitarios, como bajas laborales y pérdida de productividad laboral.
El reto es crear dentro de las empresas un clima y espacio donde se pueda hablar, compartir y notificar cualquier problema de esta índole para prevenir mayores consecuencias.
También conocida como depresión de invierno, el trastorno afectivo estacional se refiere a los cambios en el estado anímico que se relacionan con una determinada época del año, generalmente en invierno. Esta situación de desánimo y abatimiento que ocurre por el frío y escasez de luz, puede causar un desequilibrio hormonal y de neurotransmisores del cerebro, influyendo en el estado de ánimo de algunas personas y prolongándose durante más de dos semanas.
Los científicos afirman que el clima afecta al carácter y ánimo de las personas: tristeza en días nublados y alegría en días de sol; también se relaciona con la manera de ser de las personas. Estos trastornos pueden evitarse realizando ejercicio o actividades al aire libre que permitan aprovechar las horas de luz y producir serotonina, también conocida como hormona de la felicidad.
Ante la sospecha que se padece depresión se recomienda seguir las siguientes pautas:
Recordad que, si se identifica cualquier de los síntomas o características mencionadas anteriormente, lo mejor es acudir inmediatamente a un especialista y pedir el apoyo de un familiar o persona de confianza. Cualquier depresión puede ser superada si es detectada y diagnosticada a tiempo.